La reactivación de la minería contemporánea en el Levante español se inició en Almería en 1820 con la explotación del plomo en la Sierra de Gádor, a la que le sucederá en 1840 la del plomo argentífero de la Sierra Almagrera.
Después de construir el nuevo puerto de Águilas, la incapacidad económica de la “Compañía de Águilas” para ejecutar las obras del ferrocarril de Sierra Almagrera a Águilas anunciaba la crisis del plomo y de la hegemonía francesa y la llegada del capital inglés y la incipiente minería del hierro.
También el esparto había sido desde tiempos inmemorables una fuente de riqueza casi inagotable en todo el Sur y Levante de España. La recolección y manufactura de esparto constituye la base económica de todo el sureste español entre 1752 y 1857, aunque no lograría su despegue hasta 1862. En Inglaterra la introducción de las máquinas de vapor en las imprentas y la reducción de los impuestos a las publicaciones provocó la liberalización del mercado del papel a partir de la fibra de esparto.
De esta forma Águilas se convirtió a partir de 1870 en uno de los más importantes enclaves de almacenaje y comercio de esparto de todo el Mediterráneo. En primer lugar porque Águilas, además de ser un importante e inmediato puerto de embarque y exportación de esparto, también lo era para recibir partidas de esparto de Argelia. Y en segundo lugar porque Águilas ofrecía a lo largo de su litoral numerosas calas cerradas y de poco fondo, las cuales reunían condiciones ideales para la instalación de cocedores de esparto.
Las compañías inglesas fueron las primeras en hacerse con el monopolio en la exportación de esparto y minerales, para ello eligieron a Águilas como
estación término del proyecto de ferrocarril entre Granada y Murcia y el complemento a dicha línea que sería el embarcadero del Hornillo.

(Este libro será publicado próximamente).