ANTONIO HERNANDEZ MORENO
 
 
       
 
 
 
 
 
 Método intuitivo de audición musical

"En la composición e interpretación musical, el elemento decisivo es la intuición. La técnica y la inteligencia, por supuesto, tienen funciones vitales
-para dominar un instrumento y sacar de él todas sus posibilidades, y aplicar la inteligencia para explorar cada faceta de la música-
pero, a pesar de todo, la importancia mayor corresponde a la intuición.” (Pau Casals)


Imaginar un mundo sin televisión, sin receptores de radio ni reproductores de música podría acercarnos por unos momentos al universo sonoro que rodeaba la existencia de los niños y niñas de los siglos anteriores al nuestro. Cualquier experiencia musical que hoy en día pudiera parecernos insignificante, era por aquel entonces el más codiciado y fecundo estímulo sonoro para tan infantiles sensibilidades.
Si dejáramos a nuestra imaginación divagar unos instantes, contemplaríamos con fascinación a un nutrido grupo de "pequeñas personas" agrupadas en torno al omnipresente piano de la sala de estar, esperando que el adulto hiciera danzar sus dedos sobre aquellas teclas blancas y negras con mayor o menor maestría. El conjunto de melodías y armonías que surgían, casi por efectos mágicos, de aquella gran caja de madera, constituían, junto con las fantásticas historias contadas junto a la chimenea y algunos elementales juegos nada individuales, los inolvidables momentos de una infancia feliz. Por aquél entonces el cultivo de la sensibilidad en los más pequeños era un ingrediente ineludible en la gran receta de la formación y educación para la vida.
Las clases de música formaban parte activa y obligada de la educación general y básica de los niños, para los que no faltaba el amable profesor de música de la familia, que, al igual que la cocinera, el deshollinador o la modista, cumplía una labor fundamental.
Pero esto no significaba un distintivo social, pues todo el mundo tenía acceso al maravilloso mundo del lenguaje de los sonidos; bien a través de corales infantiles surgidas al amparo del organista de una iglesia o de modestas formaciones instrumentales que espontáneamente surgían en el seno familiar. Por otro lado, los instrumentos de música formaban parte de los objetos cotidianos y del menaje que vestían las casas, y sus sonidos viajaban a través de las calles empedradas. Los instrumentos que acogen en sus vitrinas algunos museos europeos de instrumentos musicales muestran sobradamente lo cotidiano de éstos, así como su función decorativa en el hogar. Pero la música no era un signo de distinción social, porque todo el mundo, en cada estrato social, tenía la oportunidad de acceder al maravilloso mundo de los sonidos. Las pinturas, grabados y dibujos de la época también se hacen eco de esa pasión por la educación musical infantil: “Clase de música”, “Concierto familiar”, “Dúo” o “Música de mesa”, podrían ser algunos de los cientos de pinturas que repiten con asiduidad el mismo motivo.
¿Qué ha pasado desde entonces?
Es evidente que el panorama musical en el hogar ha cambiado sensiblemente, los instrumentos de música han desaparecido del hogar, hasta el punto de que los aparatos electrónicos, principalmente visuales, se han hecho con el monopolio musical, reduciéndolo a un simple interruptor. Los sonidos ya no se producen de forma manual o casera; nos vienen impuestos a unas imágenes y a unos contenidos visuales. La imaginación y la fantasía derivadas del juego sonoro han sido reducidas a la mínima expresión y su cultivo y desarrollo ya no forman parte de las actividades formativas que tenían lugar en casa. De tal forma que, la excesiva saturación de sensaciones artificiales a que están sometidos los niños y niñas de nuestro tiempo, imposibilita, entre otras cosas, el despertar de la curiosidad por el mundo de los sonidos, sus secretos y sus formas de comunicación.

Técnicas del “Método intuitivo de audición musical”
A continuación se describen las técnicas que pueden aplicarse a la “audición activa”, de acuerdo con las características de cada obra. Estas técnicas se aplican de forma simultánea a la audición musical, de tal forma que ésta sea un conjunto de sensaciones y experiencia totalmente integradas.
    1. La expresión músico-corporal
      Es la técnica de audición más elemental e intuitiva. Consiste en acompañar de movimientos corporales una obra de música que por su carácter y estructura rítmico-melódica se preste a ello. Aunque contiene elementos de la danza, la expresión músico-corporal sería el estadio primitivo o primario de ésta. Incluye como base el movimiento, la mímica y la expresión gestual.
      El procedimiento didáctico consiste en la invitación por parte del profesor a los alumnos para que imiten sus gestos y movimientos. De esta forma los niños conocen cada parte de la obra musical y también su estructura. Una vez logrado este nivel de conocimiento, se puede dar paso a que los alumnos improvisen en algunos pasajes movimientos de forma más libre. La dramatización musical que Charles Chaplin hizo de la Danza húngara nº2 en Re menor de Brahms en el papel de barbero judío en la película “El gran dictador”, es quizá el ejemplo más acertado de esta técnica. Otras obras que podrían trabajarse con esta técnica podrían ser:
        “Juegos de niños” de Georges Bizet.
        "El carnaval de los animales" de Camile Saint-Saëns.
        "Las oraciones de los animales" de Friedrich Meschwitz.
    2. La narración musical
      Esta técnica consiste en inventar una historia o narración sobre la obra musical que es objeto de audición, teniendo en cuenta su estructura y su espíritu. La narración será simultánea a la audición de la obra.
      El procedimiento didáctico es sencillo pero debe cuidarse que en la narración guíe, motive y destaque el contenido y las características expresivas de la música, procurando mantener vivo en todo momento el interés de escucha del niño oyente. Debemos asegurarnos de que la duración de la historia coincide con la obra musical (ya que la narración será sincronizada). Hay muchas obras musicales asociadas a famosos cuadros o ilustraciones. Esta técnica exige un gran ingenio y sensibilidad por parte del creador de la historia además de un perfecto conocimiento de la obra para distribuir la historia de forma equilibrada a lo largo de ella, eligiendo siempre el lenguaje y vocabulario adecuado a la edad de los niños.
      Algunas obras que podrían ser utilizadas en este sentido podrían ser:
        "Escenas de niños" de Robert Schumann
        "Álbum de juventud" de Piotr Ilich Tchaikowsky
        "El rincón de los niños" de Claude Debussy
        "Cuentos de juventud" de Enrique Granados
        "El almanaque con imágenes" de Gabriel Grovlez
    3. La dramatización musical
      Esta técnica de audición consiste en dramatizar una obra musical con o sin la ayuda de texto o diálogos. Dentro de esta técnica podríamos diferenciar dos tipos de “dramatización musical”:
        a) Dramatización de un "cuento musical": Son “cuentos musicales” aquellas historias o cuentos infantiles que han llamado la atención de compositores, motivando la composición de música que ilustre su narración. En grabaciones recientes es bastante común encontrar la parte del narrador incluida en la obra musical, solicitando la colaboración de artistas o actores conocidos. El procedimiento didáctico consistiría en dramatizar de forma escenificada el “cuento musical” por medio de guiñoles o títeres o incluso por los mismos alumnos. Es recomendable utilizar grabaciones sin la voz del narrador, que puede ser realizada por el profesor en vivo.
        Obras maestras de este género son:
        "Pedro y el lobo" y "El patito feo" de Sergei Prokofiev
        "Historia de Babar" de Francis Poulenc
        "Ferdinando el torito" de Aland Ridout
        "La cerillera" de Poul Schierbeck
        b) Dramatización de una "obra musical": Existen otro tipo de obras que por su contenido semántico o por los motivos que inspiraron su composición, permiten incluir diálogos creados expresamente para su dramatización aprovechando sus valores expresivos. A diferencia de la anterior, no existe un narrador original en la obra. Por tanto el procedimiento didáctico sería que los alumnos se conviertan en narradores a activos de la historia a través de la “dramatización musical” de la obra. Algunas obras que podrían pertenecer a este género serían:
        "El aprendiz de brujo" de Paul Dukas
        "La varita de la juventud" de Edward Elgar
        "La tienda de los juguetes" de Claude Debussy
    4. La ilustración musical
      Esta técnica requiere una mayor formación y desarrollo del conocimiento abstracto del alumno oyente. La música posee aquí un protagonismo secundario o compartido, ya que tiene la función de reforzar y destacar el valor artístico de una obra pictórica, teatral o de cualquier otro género artístico. Son muchos los ejemplos que podría citar en los que composiciones musicales se han puesto al servicio de otras obras de arte para magnificarlas, como: “La isla de los muertos” de Rachmaninoff para la obra pictórica homónima de Arnold Böklin, “Peer Gynt” de Grieg para el poema dramático del mismo nombre de Henrik Ibsen, “Háry Janos” de Kodaly para la historia del mítico personaje húngaro, por citar sólo algunos.
      Es en la ópera y el ballet donde convergen en un todo común los parámetros artísticos y culturales de nuestra sociedad, por lo que cualquiera de sus títulos encajaría perfectamente en esta clasificación.
      El procedimiento didáctico a seguir se iniciará por el estudio, comentario dirigido, o lectura de la obra e arte que sirve de inspiración a la obra musical. Grandes obras maestras de éste género pueden ser adaptadas o abreviadas con fines didácticos. Seguidamente y según el nivel de cada clase, podríamos sugerir a nuestros alumnos la elaboración de un montaje audiovisual de la obra pictórica, la redacción de un breve guión de la obra literaria o un montaje artístico completo que sirviera no sólo como producto final sino también como guía de audición. Obras musicales de carácter infantil que podrían prestarse a este tratamiento serían:
        "Deportes y diversiones" de Erik Satie
        "Mi madre la oca" de Maurice Ravel
        "Imágenes de animales felices" de Sarmanto-Neuvonen & Miikkulainen
        "La bella durmiente", "El lago de los cisnes" or “El Cascanueces" de Tchaikowsky
        "La flauta mágica" de Wolfgang Amadeus Mozart
    5. La canción audición
      Es la técnica que consiste en que el profesor invente una letra sobre la melodía principal de la obra objeto de audición. La canción original recogerá aspectos del argumento de la obra así como palabras claves de ella que formen parte del vocabulario a trabajar en esos alumnos.
      También deberá aprovechar las posibilidades expresivas de la melodía elegida. Al principio, la canción será presentada por el profesor, que la cantará sin ningún acompañamiento instrumental, mostrando las diferentes posibilidades expresivas de la voz, e introducirá progresivamente la entonación en cada una de sus frases. Una vez aprendida la canción, el profesor puede ayudarse de un instrumento o de la propia grabación.
      El niño se motivará al identificar la melodía de la canción que ha aprendido en la obra. Esta técnica va encaminada principalmente a desarrollar la capacidad de audición activa del alumno, de memorizar secuencias melódicas, al reconocimiento intuitivo de la estructura de la obra y de las formas musicales, y posiblemente la más importante de todas, a la apreciación del valor de la música clásica. Completado este proceso, el alumno podrá coger una flauta dulce, el violín o su propio instrumento para interpretar la canción aprendida, mientras el profesor, en caso de que sean muy pequeños, le asiste ejecutando la digitación en la flauta o el violín, mientras el alumno simplemente sopla o pasa el arco.
      Sorprendentemente comprobaremos que los alumnos pueden “cantar” en el instrumento la canción aprendida. En general, las versiones pianísticas de las obras orquestales se prestan mejor a ser trabajadas por los niños. Más tarde, una vez que los alumnos se hayan familiarizado con la música, las versiones orquestales pueden ser mejor apreciadas. Por ejemplo, las versiones orquestales de “Trompeta y tambor” de la suite “Juegos de niños” de Bizet o “Laideronnette, emperatriz de as Pagodas” revelarán en los niños aspectos de la música no apreciados antes en la versión pianística, descubriendo en la misma música una nueva dimensión tímbrica, sonora y por tanto expresiva.
Extraído del libro “Música para niños” (Siglo XXI Editores, Madrid 1993, México 1999, 5ª edición)